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XXV Aniversario de la Promoción 89/90

 2  XXV Aniversario de la Promoción 89/90

6   Hace ya veinticinco años que todos dejamos este     Comenzamos la primera etapa. Fueron cinco
    Colegio, pero hace más, treinta y siete, que algu-  años en el que el babi siempre estuvo con no-
    nos entramos por primera vez en el mismo.           sotros y los juegos era lo que más nos unía. Por
    El Colegio era imponente, con campos de fút-        supuesto el fútbol. En su época debíamos tener
    bol, piscina, estadio e incluso montaña propia. Y   más campos de fútbol que la Ciudad Deportiva
    nosotros éramos unos mocosos completamente          del Real Madrid.
    inocentes que no teníamos ni idea de lo que nos
    esperaba.                                           Pero también jugábamos a las canicas, las cha-
                                                        pas o a los cromos, sobre todo de fútbol. Había
    Periscopio 2015                                     alguno que debía tener algún contacto con el de
                                                        la imprenta de las colecciones, porque desde el
                                                        primer día aparecía con unos tacos de cromos
                                                        que acomplejaba a los demás.

                                                        De aquella etapa recuerdo especialmente el Día
                                                        de la Inmaculada. Ese día lo vivíamos con cierta
                                                        intensidad, sobre todo, por el fútbol de nuevo.

                                                        Por supuesto, también íbamos a misa. Y mucho.
                                                        Hasta hartarnos. Todos hicimos la primera comu-
                                                        nión. Si alguno conserva las fotos de ese día, po-
                                                        drá observar las caras de querubines que tenía-
                                                        mos todos. Y por cierto, aquél que hace tiempo
                                                        que no ve al Hermano Meseguer, le sugiero que
                                                        compare la foto de aquel día y cómo es él hoy, y
                                                        llegará a la conclusión de que ha debido llegar a
                                                        un pacto para la inmortalidad.

                                                        Nuestros primeros profesores generaban respe-
                                                        to, mucho respeto. Todos ellos iban con sus ba-
                                                        tas blancas. Con ellos aprendimos no sólo a leer
                                                        y escribir, sumar y restar, sino sobre todo, eso,
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